sábado, 1 de mayo de 2010

LA POBREZA, UN CAMINO SIN DESTINO

El Presidente Uribe empaca maletas dejando una deuda social lamentable.
Combatió bastante a los narcotraficantes y poco a la pobreza.
Hay 20 millones de pobres, 7 millones de ellos en la indigencia.
El desempleo, gran ganador de las encuestas.
El presidente Álvaro Uribe tuvo en sus manos un diamante que no terminó de pulir: la política de seguridad democrática. Fue una idea oportuna y parcialmente exitosa en la recuperación de la tranquilidad del país que hoy paga un alto costo por ella.

Los colombianos, que enfrentan el desafío de elegir nuevo presidente, empiezan a tomar conciencia de que una política de defensa y seguridad no es suficiente para cambiar las precarias condiciones socioeconómicas de la mayoría de la población.

Faltando tres meses para que el presidente Uribe entregue su mandato, el país conoce cifras desalentadoras, casi apocalípticas, entregadas por la Misión de Empalme de Miseria y Pobreza, de la que hacen parte el Dane y Planeación Nacional: la pobreza llegó a la mitad de los colombianos y un 16 por ciento de los que se encuentran en esa situación, viven en la indigencia.


Eso significa que 20 millones de colombianos son pobres, es decir sin capacidad para satisfacer sus necesidades básicas como alimentación, vivienda, vestido, educación y medicina para sus hijos. De ellos, 7.3 millones viven en la miseria y la indigencia. Se considera indigente a quien tiene menos de dos dólares y medio al día para comer y sobrevivir, o sea menos de 5 mil pesos.
A las cifras habría que sumarle un dato que aparece en el más reciente informe de la Cepal. El documento asegura que la mayoría de los países del continente redujeron la inequidad, con excepción de Colombia, Guatemala y República Dominicana.

Este saldo en rojo que deja la seguridad democrática en asuntos sociales desdibuja sus logros militares porque deja ver el carácter unívoco de sus objetivos: la guerra contra la guerrilla y la persecución a los narcotraficantes.

En el área de la seguridad, la gestión del gobierno arrojan resultados importantes en la reducción del secuestro extorsivo, que según sus propias cifras, cayó en un 90 por ciento entre el 2002 y el 2009.

También se disminuyeron los ataques de la guerrilla, se redujeron las masacres y se recuperaron territorios y carreteras, lo que se tradujo en una equívoca sensación de seguridad pues la violencia en Colombia mantiene elevada la tasas de homicidios.

Medicina Legal reportó en 2009 el asesinato de 16 mil 363 personas y más de mil muertes violentas indeterminadas.

La personería de Medellín revela, en un informe reciente, que en el primer trimestre de este año el número de menores asesinados en la ciudad creció en un 138 por ciento con respecto al mismo periodo del año anterior, mientras que el número de homicidios totales casi se duplica pasando de 325 a 503.
La entidad concluye que las acciones llevadas a cabo por la Presidencia y la alcaldía de Medellín no han obtenido los resultados esperados.

En materia económica la gestión del Presidente arroja resultados contradictorios. Mientras él se ufana de crecimientos cercanos al 8 por ciento, analistas y críticos aseguran que estos resultados no se deben a las políticas del gobierno, sino a coyunturas de la economía mundial, que a veces es de prosperidad y a veces de decadencia.

Logro suyo o no, lo cierto es que hubo crecimiento pero sin equidad. Colombia se ubica entre los países mas inequitativos del planeta. Muchos sostienen que mientras esas condiciones no cambien la violencia interna, que se libra desde hace 200 años, continuará.

Para cambiar a Colombia se requiere inversión: inversión social, inversión en justicia, inversión en colegios y escuelas técnicas, inversión en salud física y mental e inversión en acueductos. El 60 por ciento de las poblaciones colombianas aun no tienen agua apta para su consumo.

También es necesaria la inversión en aeropuertos, terminales terrestres y marítimos, ríos y vías de comunicación para hacernos competitivos de cara a los convenios que nos integran en mercados de libre comercio con el resto del mundo.

La ciencia y la tecnología también demandan inversión para lograr el verdadero desarrollo industrial, agrícola y tecnológico que requiere el país.

Y para el desarrollo empresarial es necesario ofrecer mayores posibilidades de acceso al crédito para financiar negocios seguros y licitos, de tal forma que las microempresas no quiebren en los primeros años por falta de liquidez. El exceso de requisitos para el crédito y los altos intereses son pesadillas para el crecimiento.

Empleo: prioridad nacional

La mas reciente encuesta de la firma Gallup de Colombia reveló que los colombianos, en un 39.4 por ciento, piden empleo a su nuevo presidente, seguido de salud con 11.9 por ciento y de educación con un 8.3 por ciento.

El combate contra la guerrilla se ubica en el cuarto puesto con un 6.8 por ciento.
Eso significa que el derrotero está marcado. Lo social pasó a ser más importante que la guerra contra las FARC. faltaría entonces la voluntad política y sincera del nuevo mandatario para liderar programas agresivos e innovadores, que rompan lo meramente formal. Políticas sociales que busquen reducciones del doble o del triple de los índices de pobreza y miseria del país.

Políticas que generen cambios económicos, culturales y cívicos para que en Colombia se pueda vivir bien sin recurrir al narcotráfico, al paramilitarismo, al sicariato, a la corrupción, al dinero fácil.

Políticas que acaben para siempre las actuales cooperativas de trabajadores, una forma moderna de esclavitud que esquilma los salarios de sus afiliados convirtiéndolos en negocio y fuente de enriquecimiento para otros.

El presidente que se elige este 30 de mayo podría iniciar este proceso de evolución que permitiría que, en los próximos diez, quince o veinte años, se vean plasmados los anhelos de los colombianos en un cambio real y efectivo.

De lograrlo, este presidente se convertiría en el verdadero héroe del Bicentenario de la Independencia, pues liberaría a los colombianos de la cadena de 200 años de violencia y pobreza. Cadenas que no han dejado ver el diamante que el país esconde en sus entrañas y en sus gentes.

Créditos fotos: El espectador.com, el Tiempo.com, Cambio.com, Radio Santafe.com, Vision Mundial. El Colombiano.com