Hoy, 29 años después y sin moverse de allí, el sitio sigue siendo su trinchera contra el armamentismo mundial.

Estaba parada junto a la pequeña carpa que le sirve de residencia, en los jardines del Parque de Lafayette, frente al costado que da a los dormitorios presidenciales.
Se in
staló con un puñado de ropa y una pancarta en la que clamaba justicia por
un drama personal que la mantenía afligida y al que no le hallaba solución en los tribunales: la pérdida de la patria potestad de su hija Olga, de 7 años, entregada a su ex esposo, un ciudadano italo-americano del que se divorciaba.
Los esfuerzos de Concepción por recuperar a su hija fueron infructuosos. La justicia nunca reversó el fallo y ella se mantuvo por siempre protestando frente
al domicilio de los Presidentes estadounidenses.
Han pasado 29 años. Concepción ya tiene 65 años aunque luce mayor por su rostro enjuto, desdentado y su piel tostada por las temperaturas extremas que ha soportado, a veces bajo cero grados en inviernos y sobre 30, en veranos.
a impetuosa al tratar de hacerle entender a los turistas, que pasaban por el área a sacar fotografías de 
“El presidente Uribe no debió firmarlo”, reiteró, luciendo informada de la realidad internacional, inclusive de la colombiana, país del tercer mundo, que de pronto no podría ser de interés prioritario en el boom de la política internacional.
Lo primero que supe de ella es que para cumplir su protesta, tan noble como inútil, se ha sometido a sacrificios extremos: como dormir sentada en una especie de cajón, pues las autoridades han endurecido las reglas, negando el derecho a dormir acostadas a las personas que mantienen vigilia en la zona.
Le pregunto entonces si vale la pena lo penoso de su vigilia permanente.
La controvierto dicièndole que no obstante su lucha pacifica y sus sacrificios extremos, poco ha cambiado la carrera armamentista de los EU y del resto del Planeta. Hace un gesto de desdén y guarda silencio unos segundos, para luego decir que “no ve nada más importante que la paz”.
-¿Donde c
ome? le pregunto, mientras ella a su vez le pregunta por su nacionalidad a los turistas que se acercan a quienes también les entrega fotocopias con noticias de la guerra, de acuerdo al idioma.
Con desgano señala un banano y un sanduche de pan integral, aun sin empezar, que tiene refundidos entre las revistas.
Miro el reloj y veo que son casi las diez de la mañana y Concepción sigue sin deseos de comer.
Entiendo entonces su desconsuelo y su inapetencia.
-¿En estos 30 años de protesta pacifista algún presidente se ha acercado a hablar con usted?
-Ninguno, dice en tono tajante
¿Y…alguna Primera Dama? -Ninguna, dice y luego asociando con fragmentos del pasado asegura que no guarda buenos recuerdos del mandatario Jimmy Carter.
-¿Por qué continua en su penosa protesta?
-Estoy aquí para desenmascarar la política de genocidio llevada a cabo por escuadrones de la muerte, entrenados y financiados por potencias extranjeras. En El Salvador, por ejemplo, torturaron y mataron a seis padres jesuitas y dos de sus colaboradores. Cinco de esos padres eran españoles de nacimiento. Recordemos también la masacre de
-¿Completa ya tres dècadas de protesta...¿Hasta cuando irá su lucha?
- Hasta que Dios quiera, dice y calla.
fotos: http://prop/ 1.org/conchita/ , El Pais. , Sincensura

















El cree que la rendición de Irán no es posible y que soplan vientos de guerra que no son vientos sino destellos de armas nucleares. Dice que no advierte sobre esta delicada situación por venganza sino para alertar a la humanidad de lo que está ocurriendo. Y anuncia nuevas revelaciones sobre el desarrollo del conflicto. 